La accesibilidad y BEDI (pertenencia, equidad, diversidad e inclusión) no son sólo conceptos de los que hablar. Son profundamente personales y humanos. Sin embargo, nuestra comprensión de estos temas a menudo está moldeada por nuestras propias experiencias y las personas que conocemos. Para mí, mi relación con mi hermano menor, que está dentro del espectro autista, determinó gran parte de cómo percibo la accesibilidad.
Cuando era más joven, no entendía por qué mi hermano se comportaba de ciertas maneras o cómo llegaba a algunas conclusiones que sinceramente me parecían extrañas. Tenía una visión muy restrictiva y errónea sobre cómo se comportaría una persona dentro del espectro autista. Y la verdad es que me costaba mucho entender los sentimientos de mi hermano. Recuerdo que era común enojarme con él por hablar demasiado fuerte y gritar, o cuando hacía una broma irónica y no la entendía.
Pero a medida que fui creciendo, me di cuenta de que todos somos individuos únicos que procesamos la información de formas distintas. Entiendo que cuando habla demasiado fuerte es porque se siente abrumado por otros ruidos. Aunque no tenemos muchas cosas en común, somos hermanos, y con paciencia y comprensión vamos cerrando la brecha entre nosotros.
Ser testigo de los desafíos que enfrenta mi hermano me abrió los ojos a las barreras, tanto visibles como invisibles, que tantas personas encuentran a diario. Hubo muchos momentos de frustración y confusión entre nosotros, y a veces todavía los hay, pero así aprendí la importancia de parar y escuchar, no sólo las palabras, sino los sentimientos detrás de ellas y las acciones que los reflejan.
Años de ver a mi hermano me ayudaron a darme cuenta de por qué la accesibilidad debe ser una prioridad educativa. Necesitamos crear entornos donde la diversidad no sólo se reconozca, sino que se integre de manera natural en nuestra vida, ayudándonos a crear conexiones entre nosotros. Desafortunadamente, muchas escuelas no están equipadas para satisfacer las necesidades de todos sus estudiantes, y estas conexiones no se fomentan. Mi hermano enfrentó muchos desafíos en sus años escolares, no sólo por parte de sus compañeros, sino también debido a la falta de comprensión de sus maestros e incluso de la psicóloga de la escuela.
A pesar de sus malas calificaciones, también fue uno de los estudiantes más inteligentes de su clase y aprendió por su cuenta mucho sobre computadoras y mecatrónica. Tiene experiencia en varios lenguajes de programación y ha competido en múltiples competencias de robótica, todo mediante autoaprendizaje y determinación. Sus talentos y logros me recuerdan que cuando nos apoyamos y entendemos las diferencias de los demás, permitimos que sus habilidades florezcan. Y que las personas son mucho más que las barreras que enfrentan o las etiquetas que se les asignan. A veces, sus mayores fortalezas están ocultas, esperando a florecer en el entorno adecuado.
En noviembre, asistí a la presentación de un libro de Gustavo Fulco, comunicador y educador de mi universidad, Universidad Argentina de la Empresa, donde discutió cómo asegurar una “convivencia” orgánica con todos. La palabra “convivencia” trata de no simplemente vivir junto a otros, sino de construir relaciones. Muy a menudo, se utiliza la palabra “inclusión” para describir esta idea, pero esto puede implicar, de forma no intencionada, que algunas personas están fuera de la sociedad y, por lo tanto, necesitan ser “incluidas.” No se trata de hacer espacio para otros, sino de darnos cuenta de que todos compartimos el mismo espacio y que somos más ricos cuando todos tienen la oportunidad de contribuir. Todos somos parte de una misma sociedad, y por eso “convivencia” se refiere a encontrar maneras de vivir en armonía, respetando y entendiendo nuestras diferencias.
En Argentina existen muchas leyes y regulaciones que promueven la accesibilidad física, comunicacional, educativa y laboral, que a menudo no se cumplen. Existen barreras en muchos espacios públicos, y las personas con discapacidad todavía están obligadas a visitar una oficina pública en persona para renovar su Certificado de Discapacidad, incluso si su discapacidad es permanente e invariable. Una mejora reciente surgió de una asociación entre el gobierno de la ciudad de Buenos Aires y Salidas Inclusivas, una organización sin fines de lucro en Argentina que busca garantizar la igualdad de oportunidades para las personas neurodivergentes, sus familias y redes de apoyo, ayudando a las personas neurodivergentes y personas con discapacidades cognitivas a tener más independencia al viajar.
Sin embargo, incluso cuando existe legislación que promueve la accesibilidad y la diversidad, a menudo solo genera más barreras. Esto es algo que vivo a diario con mi pareja, Noah, una persona no binaria. Hace poco, cambió su marcador de género a una “X” en su DNI, lo que inicialmente parecía un avance positivo. Sin embargo, muchos servicios o instituciones aún no reconocen el nuevo marcador de género y el gobierno no tomó medidas para hacer cumplir la implementación de la norma. Debido a esto, su DNI no es aceptado por muchas empresas al intentar contratar un servicio, lo que ha complicado enormemente sus tareas cotidianas.
El cambio no es una única acción, sino un proceso. Aunque puede ser frustrante cuando los sistemas parecen lentos para adaptarse, cada paso adelante es un paso hacia una sociedad más justa y equitativa. La accesibilidad, en todas sus formas, es un esfuerzo continuo, y todos debemos desempeñar un papel para asegurarnos de que no sea sólo una palabra de moda, sino una realidad viva.
Y, como cualquier cambio significativo, debe comenzar desde dentro: a través de nuestra educación, nuestras acciones personales y dentro de las organizaciones. Cuando priorizamos la accesibilidad en todos los niveles, creamos la base para una sociedad verdaderamente inclusiva y equitativa. Como una de las District Conference Coordinators, quiero contribuir a este proceso de cambio trayendo temas de accesibilidad y BEDI a discusión en uno de nuestros paneles. También estamos colaborando con “Soy Refugio”, un pequeño emprendimiento de inmigrantes y refugiados en Argentina, para incluir sus productos en regalos para los oradores de nuestra conferencia y proyectar un video sobre ellos, dando así visibilidad a estos productos con impacto social. Además, enviaremos una versión subtitulada del evento unas semanas después, y el espacio donde será la conference ya está preparado y es accesible para personas con diversas discapacidades. En el fondo, todos buscamos lo mismo: un lugar donde se nos entienda, donde nuestras luchas se encuentren con compasión y donde seamos parte.
Martina Torres Contarini es una estudiante de tercer año de la Universidad Argentina de la Empresa que se especializa en Comunicaciones Globales. Es una de las Coordinadoras de la Conferencia de Distrito para el Distrito Internacional.
Se unió a PRSSA para conectar con estudiantes que comparten su pasión por la comunicación. También busca contribuir a iniciativas significativas para promover la inclusión y la accesibilidad en el campo.
Es miembro del Comité de Servicios a Miembros de su Capítulo y le entusiasma la comunicación interna. El año pasado, ganó el International Communication Challenge (Desafío Internacional de Comunicación).
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